A – N – N – A
– Omi –
«¿La buena gente a veces molesta, sabías?»
No me acuerdo donde he leído esta frase… Es mentira. Me acuerdo muy bien. No sé de quién es. Es verdad. No lo sé.
Cuando leí esta frase, pensé en seguida en mi abuela querida. Su historia, al mismo tiempo la historia de familia, me hizo reflexionar sobre su vida y su enfermedad grave con casi cien años… Mis recuerdos aún están muy vivos…
La vida de mi abuela no era fácil. Nació en 1909, pocos anos antes de la Primera Guerra Mondial que ensombrecía su infancia. Luego, la Segunda Guerra Mundial. Recién casada, su primero marido tuvo que ir al frente por la estupidez y la codicia de un mundo vuelto loco. Luego, con suegros duros, se encontró en una granja de donde tenía que huirse al final… Una mujer sola entre las garras de gente que le hacía sufrir y las circunstancias crueles de su tiempo…
Me acuerdo muy bien – como si hubiera sido ayer – de los intentos repetitivos de mi abuela de irse de casa para volver a “su” casa cuando estaba «enferma». Ya estaba muy mayor y caminaba con un andador, si no se hubiera ido seguramente. “Me voy a casa” con estas palabras se puso siempre de camino. Era una mujer con una voluntad firme, una mujer fuerte y bondadosa.
“Mama, ¿tú crees que estuvo feliz durante este tiempo de su enfermedad, tu madre? “Si, creo que sí.”, contestó mi madre.” Estaba casi siempre contenta y de buen humor.” Se lo he preguntado a mi madre porque ella, mi héroe, siempre cuidaba a mi abuela con mucha dedicación.
“Ich hab mein Herz in Heidelberg verloren…”
Sí, es verdad, “mi abuela fue feliz”, la mayoría del tiempo. A pesar de todo. Anna, eso es el nombre mi abuela, pasaba todo el día cantando. No cantaba nada bien, pero le encantaba cantar. Es lo que importa, al final. Muchas veces sentíamos que ibamos a perder la paciencia al escucharla repetir una y otra vez la misma melodía y fuimos impacientes con ella. Seguro que sabe que nos arrepentimos y nos «vigila» desde arriba. Hacemos todos errores. Sólo hace falta pedir disculpa y no repetirlos. Ya está…
La enfermedad de Alzheimer parece ser un remolino que hace perder una persona una vez que está adentro… Las personas afectadas necesitan sobre todo una cosa: nuestro cariño y nuestra paciencia.
Es un poco paradójico, en mi opinión, que las personas mayores con Alzheimer se recuerdan muy claramente de los momentos de su infancia y de su juventud aunque, en caso de mi abuela, hubiera sido mejor haber olvidado algunos tiempos de su vida cuando era joven. Pero algo dramático e existencial como perder su casa y no saber adonde ir se le ha clavado en su memoria… Lógico.
Siempre, hay una buena noticia. Parece que el aprendizaje de idiomas frena o previene la enfermedad de Alzheimer. ¿Es un cuento o es verdad? Pues no lo sé. Lo que sé es que, para estudiar idiomas u otras asignaturas, necesitamos OLVIDAR. Olvidar la indiferencia. Olvidar las turbulencias de la vida. Olvidar para RECORDAR. Recordar lo esencial de la vida. Las palabras y los gestos tiernos de personas queridas. Una chispa de esperanza en el horizonte. Gracias.
Tu beso, una tarta de fresas,
El olor extendiéndose por la casa
Recuerdos de la felicidad
Mi abuela con su delantal
Mi abuela pelando patatas
Bondadosa y tierna, mi abuela
Siempre sonriendo, una canción
Dulce en sus labios… Ich hab
Mein Herz in Heidelberg verloren.
Mi abuela, ¡que Dios la bendiga!
Acariciando mi pelo… Anna…
A – N – N – A. Mujer extraordinaria.
Siento tu presencia. Te recordaré
SIEMPRE aunque no nos recordaste
Al final. Alzheimer. Se te fue
La Memoria. Pero te acordaste
De él. De tu primer marido…
Se lo llevó la guerra gris,
La guerra cruel, la guerra inútil
Seis semanas de matrimonio
La luna de miel en el huerto
Un rojo opulento, la fruta.
La tarta de fresas. La búsqueda
De un tiempo perdido…
La infancia.
¡Gracias, abuela de mi corazón!
– Mit unserer lieben Mutter, Casa Vicens, Barcelona –
DAH